Tres años después del atentado suicida de Manchester, la justicia británica condenó el jueves a cadena perpetua con un mínimo de cumplimiento de 55 años, al hermano del kamikaze por ayudarle a preparar la explosión que dejó 22 muertos en 2017 a la salida de un concierto.
En marzo, Hashem Abedi, de 23 años, fue declarado culpable por un tribunal criminal de la muerte de 22 personas, en este atentado reivindicado por el Estado Islámico y que se produjo en el exterior de una sala donde acababa de cantar la estrella estadounidense Ariana Grande.
Además, el joven británico de origen libio había sido declarado culpable de intento de asesinato y complot para poner en peligro la vida de otros.
Conducido ante el tribunal desde la prisión de alta seguridad de Belmarsh, el acusado se negó a entrar en la sala donde se emitió el veredicto y en la que estaban presentes allegados de las víctimas.
El acusado tampoco estaba representado legalmente, ya que había despedido a sus abogados.
Hashem Abedi no corría el riesgo de recibir una cadena perpetua íntegra porque en el momento de los hechos tenía menos de 21 años.
No obstante, «habría constituido una pena justa», dijo el juez Jeremy Baker al dar su veredicto.
Según él, el acusado es «tan culpable» como su hermano de los «crímenes atroces» cometidos. «No es un acontecimiento fortuito, sino el producto de una planificación cuidadosa y completa», explicó, describiendo a Hashem Abedi como un «joven inteligente».
Consideró que el hecho de que un público joven fuera «objetivo específico» del atentado era un «factor muy agravante».
En un comunicado difundido tras el anuncio de la pena, el primer ministro británico, Boris Johnson, calificó el atentado de «acto aterrador y cobarde dirigido contra niños y familias».
Aseguró que las víctimas «nunca serán olvidadas, como el espíritu de la población de Manchester, que se ha reunido para enviar un mensaje claro al mundo entero de que los terroristas nunca vencerán».