La comisión de expertos designada por el papa Francisco para ayudar a guiar a la Iglesia a través de la pandemia y sus secuelas ha tomado nota, con preocupación, de la decisión del pontífice de dejar de usar el cubrebocas.
El padre Augusto Zampini, uno de los miembros principales de la comisión papal COVID-19 reconoció el martes que a los 83 años y con la extirpación de una parte de su pulmón en su juventud, el papa correría un gran riesgo de sufrir complicaciones si se contagiara la enfermedad.
“Ahora ha empezado a usar la mascarilla”, dijo Zampini a la prensa. “Espero que la use en las audiencias generales, cuando está cerca de la gente. En un espacio abierto sabemos que es distinto. Pero trabajamos en eso”.
Francisco ha recibido críticas por negarse a usar el cubrebocas puertas adentro a pesar de que las normas del Vaticano lo exigen en interiores y también en exteriores cuando no se puede garantizar el distanciamiento social. Si bien su problema pulmonar podría explicar su decisión de no usar la mascarilla, se la colocó durante más de dos horas la semana pasada al presidir un oficio de oración ecuménico en el centro de Roma.
Pero al día siguiente no se la coloró durante su audiencia general en el auditorio del Vaticano, incluso cuando estrechó las manos de obispos que tampoco llevaban el cubrebocas y se inclinó para hablar en privado con cada uno de ellos. El sábado, recibió al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que llevaba puesta la mascarilla al arribar, pero se la quitó al entrar a la biblioteca del pontífice.
El Vaticano se ha negado a responder preguntas sobre Francisco y la mascarilla.