Hace un año Nuevo León se quedó sin alcohol, debido a las restricciones sanitarias anunciadas por el Estado por el recrudecimiento de la pandemia de covid.
El anuncio lo dio el Gobernador Jaime Rodríguez durante una rueda de prensa realizada el 1 de abril de 2020; a pocos minutos del informe ya había filas en centros comerciales y depósitos.
Pero la producción de cerveza paró oficialmente a partir del 3 de abril y dos días después la distribución también tuvo una pausa.
Las imágenes de las largas filas, provocaron un efecto dominó en los habitantes del área metropolitana de Monterrey, quienes vaciaron los refrigeradores de los establecimientos.
Ante la escasez del producto, los propietarios de los comercios tuvieron que «rellenar» las hieleras y anaqueles con refrescos y agua embotellada.
Aunque «El Bronco» hizo un llamado para mantener el orden, la situación fue totalmente distinta en las calles.
El domingo 5 de abril, Grupo Modelo y Heineken, los dos grupos más grandes de producción y distribución de bebidas alcohólicas, suspendieron operaciones para acatar las indicaciones de la Secretaría de Salud.
El paro en la producción de cerveza y otras bebidas alcohólicas, generó que los comercios que guardaron inventario, elevaran el costo de sus productos.
Además, hubo quienes se dedicaron a la venta de alcohol en sitios no autorizados por las autoridades municipales. Prácticamente vender bebidas alcohólicas se volvió un acto clandestino.
Hasta el 1 de junio, la industria cervecera reanudó la producción, pero con la condición de cuidar a sus trabajadores y respetar los protocolos sanitarios.
La medida también influyó para que el precio de la cerveza regresara a su precio normal, asimismo redujo las aglomeraciones en los depósitos, tiendas de conveniencia y de autoservicio.